11.3.15

Cuestiona tus hábitos

Los hábitos de consumo que posee la sociedad generan un gran impacto en la lucha por fomentar un desarrollo más sostenible de nuestro planeta. En este sentido, aunque consumimos diversidad de productos para abastecer nuestras necesidades, se presenta un problema importante en cuanto al consumo de alimentos, pues al ser una necesidad básica, muchas veces no medimos su impacto ambiental cuando los adquirimos, ni atendemos al modo en que lo hacemos. Entre las principales causas, está que somos una sociedad a la que no le preocupan este tipo de problemas. Queramos o no reconocerlo, mientras podamos contar con alimentos de todo tipo para consumir, y grandes cantidades a nuestra disposición para adquirir, no nos preocupamos por la sobrealimentación ni por el despilfarro de alimentos.


Este es uno de los problemas más importantes que se pretenden solventar, la sobrealimentación, pues si ya estamos en situación de comprometer las capacidades de abastecimiento, ya no de las generaciones futuras, sino de las nuestras propias en una parte del problema… alcanzar el desarrollo sostenible empieza a ser una meta mucho más complicada de lo que parecía. Muchos no lo sabemos, ya sea por verdadera ignorancia o falta de interés, pero la producción actual de alimentos es más que suficiente para alimentar a todas las personas del planeta. Entonces, ¿por qué hay pobreza? ¿Cómo explicar que existan países que sufren la desnutrición? Pura economía, una respuesta a las sociedades consumistas que nos definen, por parte de los países desarrollados e industrializados que concentran el monopolio de la producción y distribución. Y, permitidme el inciso, es culpa de todos, pues entramos en un bucle donde nuestro consumo excesivo incita a las empresas a producir más y, al mismo tiempo, el contar con cantidades extremas donde elegir nos incita a consumir incluso más de lo que necesitamos.

Fuente: La troja ecologista.
Enlace: http://latroja.coecoceiba.org/2013/02/comenzar-por-
cambiar-nuestors-habitos-de-consumo/
Cabe añadir que esa actitud nada responsable por parte de nosotros, los consumidores, no lleva a otra cosa que al despilfarro de alimentos. ¿Por qué? Muy sencillo, porque tal consumo implica llenar nuestro plato más de lo que vamos a ingerir, y no hace falta preguntar adónde van esos restos, pues bien es sabido que la gran mayoría, por no decir todos, los desechamos a la basura. Y esto no ocurre únicamente al ingerirlos, también al comprarlos, pues nuestro sentido perfeccionista nos impulsa a rechazar alimentos por considerarlos “imperfectos” físicamente. Esto conlleva dos cosas, que los mercados desechen todos los sobrantes que no fueron vendidos, y que las empresas sean cada vez más selectivas, vendiendo sólo un “pequeño y bonito” porcentaje mientras los demás acaban en el vertedero.

Todo esto forma parte de nuestra cultura y estilo de vida, que influye directamente en los hábitos de consumo que poseemos los ciudadanos. Ya no hablamos sólo de cómo compramos, sino de lo que compramos. Ya no sólo tratamos aspectos como la procedencia de los alimentos o su modo de producción, sino esas “tradiciones” que nos impulsan, por ejemplo, a comer carne tan a menudo, pues casi nadie sabe, como dato curioso, que en EEUU el 90% de la producción de cereales va destinado a alimentar a esos animales que, a posteriori, nos vamos a comer, de modo que imaginad cuánto gasto en energía y recursos para producir esos cereales sólo para ellos, esto no es nada sostenible. Veamos otro ejemplo, la poca tendencia actual, lo creamos o no, a ingerir alimentos sanos como frutas y verduras, porque nuestro propio estilo de vida empuja a comidas más rápidas y baratas. Es normal que suban los precios de las primeras si no se consumen, algo tendrán que ganar sus productores, y ni pensar en todo el gasto que habrán hecho en su producción para que luego acaben en la basura porque nadie los consume. Una pena, ¿no?

Puede que logre capturar vuestra atención con esto, o también puede que no. En todo caso, es una llamada más que clara de atención de que nuestros hábitos no son nada sostenibles, y si no empezamos a cambiar, no sólo seguimos aumentando estos problemas, sino que avanzamos hacia un mundo cada vez con menos recursos y menos sostenible. ¿De verdad quieres contribuir en eso? Mejor empieza a cuestionar tus hábitos de consumo, ¡y cámbialos!

Información obtenida de:
Fuente: La situación del mundo 2008: Innovaciones para una economía sostenible. The Wordlwatch Institute. Barcelona: Icaria, 2008.
Fuente: Cuidar la tierra: políticas agrarias y alimentarias sostenibles para entrar en el siglo XXI. Jorge Riechmann. Barcelona: Icaria, 2003.

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